Cien años hacia delante En los momentos previos a nuestro centenario me han preguntado a menudo cuáles son los hitos fundamentales que destacaría en la trayectoria de la empresa. En estos cien años hemos realizado innumerables obras. Entre todas ellas podríamos elegir las de mayor importe o las de mayor relevancia mediática en su contexto. Pero sería muy difícil elegir el criterio de clasificación. Me inclino a destacar dos: una que supuso un salto en la importancia de las obras realizadas hasta ese instante y otra que representó la consolidación del relevo, el futuro por parte de mis hermanos. Cuando estamos orgullosos de un trabajo, los contratistas decimos que en él hemos dejado nuestro sello. Pero también hay obras que dejan su sello en nosotros. Con este enfoque me atrevo a destacar tres momentos que marcaron la evolución de Salvador Rus López, que moldearon su trayectoria para llegar a ser lo que somos en la actualidad. El primero es la construcción del Puente de Coripe (1927-1930). Creo que fue una obra archiconocida por todos los miembros de la familia hasta la última generación. Fue durante esa obra cuando se casaron mis padres, por lo que podemos decir que este es el origen de la empresa familiar. Sin su familia, no sé hasta dónde habría podido llegar mi padre como empresario. Es la condición de empresa familiar la que nos ha definido. La conjunción empresa – familia nos ha hecho llegar hasta aquí. Hasta entonces mi padre había participado en obras de arreglos de carreteras y bacheos, ganándose su reputación a esta pequeña escala. En la construcción del puente se requería la utilización del hormigón armado, que hasta entonces apenas se había usado en la provincia de Cádiz, a la que entonces pertenecía Coripe. También fueron necesarios unos procedimientos constructivos muy complejos. El éxito de esta obra supuso el primer impulso y proyección de Salvador Rus López como una empresa de prestigio. Una firma llamada a alcanzar cotas más altas. Otra obra que considero trascendental en nuestra historia es la carretera de Écija a Jerez en la sección de Utrera a El Arahal, 2º tramo (1960). Hasta ese momento, en las obras se empleaba una cantidad ingente de mano de obra, que era la base de la producción. Al contratar la obra, se había planificado para ejecutarla íntegramente por medios manuales. Mi hermano Salvador había comenzado a trabajar pocos años antes en la empresa, centrándose en desarrollar el uso de la maquinaria, dado su talento mecánico. Y este fue el primer trabajo en el que se ejecutó todo el movimiento de tierras con máquinas, por lo que se finalizó volando. Joaquín Rus Velázquez
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